Mi alma se angustia al sentir el dolor de la humillación por la caída… de aquel cielo en el que alto volaba. Aun queda en mi memoria aquellos momentos que pasé haciendo alarde de la fuerza de mis alas y de las alturas que yo podía alcanzar. Pero hoy, me encuentro abatido, ya sin fuerzas, cansado y sin ganas de emprender nuevamente el vuelo. Creo que muerto en vida estoy. A la espera de que aquellas aves de carroña, que tanta envidia me tenían, vengan a devorarme y luego se alcen llenas de orgullo por haberme vencido
En medio de toda esta angustia, siento que alguien se acerca… no lo puedo ver, mis ojos se han nublado y quedo inconsciente
Despierto, siento que una mano cura mis heridas. No es suave… duele y arde, es una sensación desagradable. Una voz suave me dice: “Descansa, vas a estar bien”. Percibo una agradable sensación que me hace olvidar la humillación, me hace sentir bien. De pronto, siento que mi ser se llena de fuerzas, de vitalidad, las ganas de volar han vuelto otra vez
Extiendo mis alas con temor, producto del dolor que siento por las heridas recién curadas. Noto que puedo aun agitar mis alas y empiezo a emprender el vuelo. No sé quien haya sido esa persona, pero le agradezco el haberme sacado de ese profundo abismo en el que se hallaba mi alma
Ahora puedo nuevamente volar alto… con una nueva sensación dentro de mí. Una sensación de sosiego, de paz y de alegría, que contrastan notablemente con la sensación de orgullo que inicialmente tenía
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